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Paso por paso

MUJERES Y POLÍTICA

Sigo de buenas. Esta semana y en el marco del 63 aniversario de la publicación de las reformas al artículo 34 de la constitución mexicana que reconoció el derecho de las mujeres a votar, ser votadas y a ocupar cargos dentro de los gobiernos, nos dimos a la tarea de revisar el pasado de las mexicanas y en específico de las oaxaqueñas.

LermaY en esas lecturas sobre la genealogía femenina me encontré con Gerda Lerner, quien sostiene que el patriarcado tuvo un principio y tendrá un final. Un final que no está a la vuelta de la esquina, es un final que tardará todavía para desgracias de muchas generaciones, más de las que quisiéramos.

Lerner (1920-2013) sostenía que “Damos por sentada la existencia de un dominio masculino y cualquier evidencia en contra parecería como una mera excepción a la norma o a una alternativa fallida”. No damos crédito a lo que supone una cosa distinta a la establecida. Esa condición que supone que los roles están sentado, desde lo divino y desde lo social. Así que dejar lo que de manera tradicional y cultural ha sido dado a las mujeres para ocupar el espacio de “lo público” implica una trasgresión que se castiga de muy diversas formas. Una de ellas fue ocultando la historia de las mujeres a quienes se dejó sin pasado y por tanto sin futuro.

Revisaba la dualidad de elecciones que ocurre en Oaxaca, un estado paralelo al otro, como dijera una querida amiga. Por un lado el sistema de partidos políticos que a punta de quejas y hasta de sentencias desde los tribunales electorales ha tenido que abrir un camino diferente, además –dice el IEEPCO–con trabajo de sensibilización y capacitación para que las mujeres participen en las elecciones, que traducido al lenguaje de la discriminación es “para que las dejen participar”.

No debemos olvidar que en 417 ayuntamientos que eligen vía asambleas a sus autoridades –entre enero y diciembre- las mujeres viven una especie de orfandad gracias a la irresponsable acción de la LXII legislatura que se afanó durante tres años a consolidar el poder del dinero y el poder político. Y digo que es la totalidad porque al final todo dependen de la “buena voluntad” del patriarcado que como sus usos y costumbres tendrá peculiaridades.

Dice Lerner que lo que empieza tiene un final, ya se van los 42 integrantes de la LXII Legislatura, y se van con la cola entre las patas, pero con los bolsillos llenos de oro y plata, según las cuentas de los malpensados.

Es verdad, todavía muchas, muchísimas mujeres, al igual que los hombres, obedecen las reglas de lo establecido, así que es muy difícil que muchas de las casi ex legisladoras pudieran actuar de otra manera y dieron por sentado que las mujeres donde las autoridades se eligen por los sistemas normativos internos deben llevar un proceso “natural” de desconcentración del poder a manos de las asambleas de los hombres.

Sin embargo, hay quienes creemos que se violenta la vida de las mujeres al negar su posibilidad de tomar decisiones, al igual que los hombres, en sus comunidades. Esta condición, sin duda alguna, las coloca como ciudadanas de segunda, con solo parte de sus derechos.

Por otro lado, la revisión de lo sucedido en los últimos 63 años nos revela una realidad sobre el paulatino paso de las mujeres en los congresos locales y federales. La presencia de mujeres en el congreso local se dio 140 años después desde que éste órgano fue creado, la primera mujer diputada local (Martha Pazos Ortiz, XLVI Legislatura) llegó más de 13 años después desde la reforma constitucional del 53 y 10 años después de la reforma local que permitió el voto a las mujeres en el ámbito estatal).

Hasta antes de las elecciones de este año donde 18 mujeres ganaron un lugar en la próxima legislatura, 86 han sido diputadas desde que se aprobó el voto hace 63 años, 5.3 diputadas en promedio por legislatura.

Y con la paridad se tendría que escribir una nueva historia. Pero no cambió mucho con respecto al año anterior.

El escenario más dramático lo vamos a encontrar las diputadas federales. Solo 41 desde el ascenso de la primera mujer a una curul federal, con Tina Vasconcelos (XLVI 1964-1967). Dramático en serio: 2.4 mujeres por legislatura desde 1964 hasta nuestros días.

Pero el caso que nos revela la misoginia andante se observa en el Senado. En toda esta historia que hoy contamos de 63 años de la ciudadanía de las mujeres, solo tres senadoras en la historia local oaxaqueña. ¡Increíble, pero cierto!. La primera fue Genoveva Medina quien asumió el cargo en 1986 en la LIII Legislatura. Esto significa que las mujeres oaxaqueñas llegaron al Senado con 33 años de atraso y además con una mínima representación.

El patriarcado, ese sistema de dominación que establecieron los hombres –denominado como paternalismo por Lerner-, nos quitó el derecho a la educación, a conocer nuestra historia y también tomar parte del poder y de eso ya llevamos una cuenta de casi cuatro mil años.

¿Acaso no es esta una forma de exclusión de las mujeres en el sistema de partidos políticos? Así estamos, ni unas ni otras, todas marginadas, las de una forma y las de otra. Da igual. El patriarcado es igual, un camaleón.

@jarquinedgar

 

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