+ El sacerdote Alejandro Rodríguez advierte que cometen adulterio los esposos que se divorcian y se vuelven a casar

OAXACA, OAX., octubre 7.- El divorcio, fue tema principal en su homilía, dirigido a los fieles católicos y abordado por el sacerdote y párroco del Sagrario Metropolitano, Alejandro Rodríguez González, al oficiar la misa del medio día, en  el templo de La Catedral metropolitana.

Recordó un pasaje en la vida de Jesús, cuando afirmó que cuando los esposos se unen en una sola carne, nace un vínculo que permanece para siempre y es indisoluble.

También dijo que la duplicidad de personas desaparece cuando los esposos se unen física y espiritualmente, y por ser la unión obra divina, nadie puede disolverla, por eso lo que Dios unió, que no lo separe el hombre.

El sacerdote al dirigirse a quienes lo escuchaban y se aprestaban a presenciar el sacrificio de la santa misa, les dijo que no es bueno que el hombre esté solo, de ahí su invocación al Señor:

Te pedimos por todos estos matrimonios, por todas las mujeres que han tenido que divorciarse y están solas y tienen que cumplir con las obligaciones naturales como padre y como madre, ilumínales Señor, siempre sus corazones.

Mas adelante con referencia a la fidelidad matrimonial, afirmó que  no encuentra su fundamento en la obligación de la ley, sino en el amor y la confianza en Dios, nuestro creador.

Terminó señalando que si la mujer o el hombre se divorcian y se vuelven  a casar, cometen  adulterio.

LOS OBISPOS, EN  JUQUILA

De los principales jerarcas de la iglesia católica en Oaxaca, Arzobispo Pedro Vásquez Villalobos y Obispo auxiliar, Gonzalo Alonso Calzada Guerrero, se dijo que permanecían en Juquila, donde presidirían actos religiosos en honor a la Virgen María, en el cuarto aniversario de su coronación, el 8 de Octubre de 2014.

Algunos datos sobre la Virgen de Juquila, indican que la pequeña imagen pertenecía a Fray Jordán de Santa Catalina, quien la donó a un indio del pueblo de Manialtepec, el hecho llegó a conocimiento del cura del lugar, Don Jacinto Escudero, quien pidió al indio que la Virgen fuera llevada al templo.

En 1633, habitantes del lugar prendieron fuego a la hierba seca del monte para tener en la época de la primavera, pasto verde para alimentar al ganado.

El fuego alcanzó a los jacales y los habitantes huyeron hacia la montaña, sus casas fueron devoradas y el templo donde ya permanecía la Virgen María, se convirtió en un montón de cenizas, la pequeña estatua de la Virgen estaba entera con sus vestidos intactos.

Desde entonces, la llamada milagrosa Virgen de Juquila, es venerada año con año el 8 de Diciembre y con  anterioridad se organizan peregrinaciones con personas procedentes de diversos Estados de la República mexicana.