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Vasconcelismo y Lopezobradorismo

En los años 20 del siglo pasado sucedía algo parecido con lo que hoy vive nuestra sociedad mexicana. El vasconcelismo fue el primer movimiento cívico-electoral que se alejó de la tentación revolucionaria y de la utilización de las armas para buscar imponer su triunfo electoral.

Fue José Vasconcelos el intelectual oaxaqueño que se esforzó por revolucionar la educación en nuestro país, cuando era ministro de educación en el cuatrienio de Álvaro Obregón en los primeros cuatro años de la década de los veinte.

Siguiendo los ideales de Justo Sierra se esmeró en alcanzar la autonomía que hoy caracteriza a la UNAM; por otro lado reformar la educación imprimiéndole principios filosóficos, humanísticos, pero sobre todo artísticos –condición que reclama nuestro sistema educativo hoy día-, impulsó su ideal de formar misioneros modernos como llamo a los profesores en la época, quienes harían, ¡no marchas!, sino de agrónomos, de escribanos, serían tutores de la comunidad, sujetos de respeto, en otros términos verdaderos agentes de desarrollo, no como desafortunadamente ocurre hoy.

Serían actores que cultivarían el conocimiento, quienes formarían escuelas de campo y se realizarían como técnicos al servicio de la comunidad, pero eso no era todo, en ellos recaía en parte la tarea de concientizar al pueblo mexicano de la necesidad de la democracia.

En plena rebelión, Vasconcelos declaraba que si se aprobaba un fraude electoral, el pueblo tendría que emprender una revolución pacífica, algo así dijo: …el movimiento escobarista (autoritarismo del partido de estado) (…) no merece ninguna simpatía ni ofrece a mi juicio, ninguna esperanza un movimiento meramente militar – quizá no igual, pero cercano al panismo de hoy o la imposición de la clase social acomodada-, así estaba en 1929, entonces una maquinaria político-electoral del Estado, el Partido Nacional Revolucionario (PNR) con un candidato gris como Pascual Ortiz Rubio con estructuras locales como hoy con los gobernadores y el corporativismo que ya iniciaba como estructura del PRI de hoy, el enemigo entonces, a decir de la historiadora Alejandra Vizcarra, era naturalmente Vasconcelos y entonces con cifras reales o manipuladas como ahora con las encuestas la consigna era el triunfo de Ortiz Rubio.

En este 2012, el lopezobradorismo llega con su MORENA más o menos así con la diferencia que, sobre las estructuras de tres partidos políticos y una asociación civil que está metiendo en un proceso de metamorfosis a la izquierda mexicana. Este último, producto de una resistencia civil, después del fraude de 2006.

López Obrador en competencia con dos frentes similares a los que afrontó Vasconcelos: el que seguramente encabezará Vásquez Mota o Cordero con el PAN y el precandidato del PRI, los primeros vislumbran la continuación absoluta del calderonismo –porque así lo han expresado públicamente- sosteniendo un Estado balcanizado como diría el poeta Javier Sicilia, que no es más que un Estado rebasado, sin poder, legitimidad ni autoridad y, por el otro la búsqueda de una imposición electoral de Ortiz copetón con su neopnr que encierra en el neo, autoritarismo, demagogia y corrupción.

El lopezobradorismo que plantea la regeneración nacional junto con su proyecto, la República amorosa, está basada en los tres principios de la cartilla moral de Alfonso Reyes: honestidad, justicia y amor.

Habría que ver como se da el desenlace político-electoral, pues observamos que en Oaxaca, muchos motivados por su efecto en 2006, han surgido camaleones, caciques y oportunistas locales y regionales, y se están multiplicando de la noche a la mañana en busca de un puesto público.

Sin duda los líderes estatales son quienes están poniendo en riesgo la Republica amorosa del lopezobradorismo, pues se está engendrando mal y corre el riesgo que nazca malformado o incluso que no nazca, esto pues no se están integrando correctamente a quiénes integrarán uno de los tres poderes, el legislativo, integrantes cuyo papel de representantes populares, propondrán, reformaran y aprobaran leyes, así como el presupuesto de ingresos y egresos de la federación.

Muchos, si no es que la mayoría, lo único que buscan es beneficiarse de un puesto, más que transformar y regenerar la vida pública del país, es decir, cambiar de partido para no cambiar.

Tal es un caso que se está observando en el distrito 6 de Tlaxiaco en la mixteca donde Benjamín Robles Montoya se promueve como precandidato a senador con un viejo priista para diputado federal, originario de San Miguel el Grande, Sergio López Sánchez.

¿Cuántos casos así en el estado y el país? Con el argumento de pragmatismo y ganar votos, hay casos como el que menciono donde no garantiza nada, esto explica y motiva en parte que, movimientos sociales, organizaciones y colectivos como ocurrió con el EZLN en 2006, ahora el Movimiento colectivo de Marcha por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza Javier Sicilia se mantengan distanciados con el lopezobradorismo, y que a pesar de estar rodeado de intelectuales, incluso quizá de ex asesores del zapatismo, desafortunadamente abre las puertas de “otras campañas”, esto debe analizarse seriamente si no quieren que se repita lo de 2006.

(*) Profesor-investigador del Instituto Tecnológico Superior de San Miguel El Grande, Tlaxiaco, Oaxaca.

 

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