Periodismo libre y comprometido

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Vladimir Campos Gallardo: Analista tramposo

Sin Derecho a Fianza

En este espacio hemos denunciado a quienes se apropian del trabajo de otros, pero quien se lleva las palmas es el “articulista” de ADN Sureste, Vladimir Campos Gallardo (funcionario del “gobierno del cambio” y, al parecer, tiene una maestría en algo), porque todo lo que hemos leído (seguro habrá algo que no hemos leído que sea de su autoría), que ha publicado en el portal, lo ha plagiado.

El experto en periodismo…

El 20 julio de 2011, Campos Gallardo nos deja pasmados con un sesudo texto donde se muestra como un experto comunicólogo: “EL compromiso social del periodismo”. Muy bueno. ¡Lástima!…

Escribe el experto Vladimir: “Comparto la idea del periodista español Pascual Serranode (sic) de reivindicar el compromiso social del periodismo.

Las grandes empresas intentan presentarse como neutrales, imparciales y objetivas; se trata de un gran engaño, ya en la selección de las noticias se refleja una intencionalidad que impide la objetividad.

Lo periodistas más decentes y honestos de la historia apostaron por el compromiso: Mark Twain, Ryszard Zapuciski (sic., es kapuscinski), Ernest Hemingway o Gabriel García Márquez.”

Muy interesante, pero, una cosa es compartir las ideas de otro, y otra, muy diferente es “apropiarse” de las palabras con que son expresadas esas ideas.

Porque el texto anterior lo sacó Vladimir de una entrevista que Raúl Salvador R. le hizo a Pascual Serrano la cual se tituló: “En el periodismo actual existe impunidad para mentir, Pascual Serrano”:

Así apareció originalmente en la página de El Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL):

“El compromiso social que actualmente debe caracterizar al periodismo, ¿no es otro punto a considerar para hablar de un “nuevo periodismo”, superando ya el tema de las formas de narración que dieron origen a este concepto?

“Pascual Serrano: Yo reivindico el compromiso social del periodismo. Las grandes empresas intentan presentarse como neutrales, imparciales y objetivas; se trata de un gran engaño, ya en la selección de las noticias se refleja una intencionalidad que impide la objetividad.

Lo periodistas más decentes y honestos de la historia apostaron por el compromiso: Mark Twain, Ryszard kapuscinski, Ernest Hemingway o Gabriel García Márquez”.

Y así se la lleva el experto Vladimir. Las preguntas del reportero a Pascual, el plagiario las hace suyas y suyas también las respuestas de Serrano (al copiar deja los guiones del reportero;M debió suprimir esa aclaración, porque se supone, Vladimir habla de México):

“Tampoco al modelo laboral neoliberal que le mantiene en la precariedad y a merced de empresarios y dueños de la información. ¿Cómo entonces definir a un medio independiente? ¿Cuál periódico, radio o televisora -de los conocidos a nivel mundial– reúne esas características?: El término “independiente” es confuso.

Siempre se depende de algo, el objetivo es que ese algo sea digno: la sociedad, los movimientos sociales, etc… Lo deseable es que sea independiente del mercado y del gobierno o partido gobernante. Para ello debe operar sin la espada de Damocles de la rentabilidad ni la publicidad, y con vías de participación ciudadana.”

Con justicia anotamos que en último párrafo de “su trabajo”, Vladimir le pone de su cosecha: “programaciones tontas, superficiales, sensacionalismo sentimentaloide, bajo nivel ético y estético, tontera barata sobre reflexión seria, chisme sobre conocimiento profundo”; el periodista español no dijo eso.

Nadie suscribiría eso de “tontera”. En lo que coincidimos es que sí, hay un muy “bajo nivel ético y estético” en algunos “periodistas”.

Especialista en la vida de Juárez

Otto Schober, historiador de Piedras Negras, Coahuila, publicó el 17 de julio de 2011, en su columna “La Línea del Tiempo” en el periódico Zócalo de Saltillo, un artículo que tituló: “La muerte de Juárez”.

Y Vladimir Campos Gallardo publica el 19 de julio de 2011 en Oaxaca: “El legado de Juárez”; donde copia fielmente el trabajo de Otto Schober desde el tercer párrafo.

“El 17 de julio de 1872 por la tarde Juárez decide no dar su acostumbrado paseo de su carruaje y le pide a su yerno Santacilia que lo acompañe para luego ir al teatro con su hermana Manuela y así contarle la función.

Juárez dormía en su alcoba de Palacio Nacional acompañado de su hijo menor Benito. Esa noche leyó un libro en francés, en la página 232 que describía la entrada del Emperador Trajano a Roma […]”

Y así plagia todo el trabajo del historiador coahuilense hasta: “Eran las 23:35 del 18 de julio de 1872 cuando los tres médicos reunidos declararon muerto al presidente”.

Vladimir agrega de su cacumen (agudeza y perspicacia) “Sus hijas gritaban de dolor: “¡papá! ¡papá no te vayas!”.

Esa última extraordinaria y lacrimógena frase fue toda la aportación de Vladimir, porque en el siguiente párrafo que inicia con “La Revolución Mexicana se hizo en nombre de Juárez […].”, y casi hasta el final del “trabajo” de Campos Gallardo, se debe a la pluma de Rafael Rojas (historiador y experto en liberalismo mexicano), que publicó en un ensayo titulado “Juárez, un legado en disputa”, en la edición número 29 de Letras Libres de mayo de 2001.

“La Revolución Mexicana se hizo en nombre de Juárez. Antes de lanzar su campaña antirreeleccionista, Francisco I. Madero sostuvo pláticas mediúmnicas con el espectro de don Benito y le dedicó elogios a su ‘apego a la ley’, ‘inquebrantable energía’ y ‘grandeza de alma’ en La sucesión presidencial.

Emiliano Zapata, a pesar de los agravios liberales que encarnaba, incluyó en el noveno punto del Plan de Ayala un reconocimiento de las ‘leyes de nacionalización y desamortización de los bienes eclesiásticos puestas en vigor por el inmortal Juárez’. Venustiano Carranza, en su mensaje al Congreso Constituyente de 1916, instalado en Querétaro, criticó a la generación de 1857 por haber otorgado excesivas facultades al poder legislativo.

Pero cuando, guiado por Tocqueville, buscó en la historia de México un ejemplo de gobierno ‘fuerte’, no ‘despótico’ y ‘capaz de contener dentro del orden a poblaciones indisciplinadas [… sin pasar sobre la ley’, sólo encontró la República Restaurada”.

Como está mezclando dos textos con temas diferentes, no se entiende que tiene qué ver la Revolución con la muerte de Juárez.

Para finalizar su “trabajo” copia su último párrafo de “Apuntes para mis hijos”: “Juárez siempre manifestó su preocupación por el cumplimiento de la ley, su actitud fue en todo momento austera, ajena a cualquier clase de ostentaciones”, tampoco esto tiene qué ver con el legado al que se refiere Rafael Rojas, donde analiza los conceptos de Francisco Bulnes sobre el Benemérito. También aporta otra frase: “Políticos oaxaqueños! ¡Ahí se las dejo!”

Y crítico literario sobre José Agustín…

Ya vimos a Vladimir como un experto en periodismo y un consumado historiador, también, ahora nos asombra como excelente crítico literario: El 30 de septiembre de 2011, el genial Vladimir Campos Gallardo, comete otro plagio. Ahora se muestra ostensiblemente conocedor de la obra de José Agustín.

Como ya es su estilo, primero se “fusila” un párrafo sobre el escritor que aparece en la página de Internet “buenastareas.com”.

Como en “buenastareas” el asunto está como para secundaria, Vladimir, a partir del tercer párrafo, busca a otro a quien plagiarse y lo encuentra en el número 76 de Letras Libres de abril de 2005, donde Rafael Lemus hace una reseña del libro Vida con mi viuda del escritor acapulqueño:

“José Agustín es parte sensible de la literatura mexicana y su literatura tiene poco peso específico. Alentó un nuevo estilo en nuestras letras y nada ha envejecido tanto como su prosa.

Encabezó un movimiento irreverente y ahora entrega novelas tópicas, dóciles. Quien nació adolescente optará por el elogio. Llamará revolución estética al exabrupto coloquial. Descubrirá vanguardia donde sólo hay gestos. Celebrará la frescura y obviará la miseria”.

Como no sabe leer, el plagiario no se percata que en ese párrafo se le critica a Agustín: poco peso específico, prosa envejecida: “Entrega novelas tópicas, dóciles”.

Y como solo está “recortando” y “pegando”, Vladimir no se da cuenta que ya mencionó los libros de Agustín en el segundo párrafo, y repite en el sexto: “Entre sus obras destacan también los libros: Ciudades desiertas; Cerca del fuego; No hay censura; El rock de la cárcel; No pases esta puerta; Luz externa; La nueva música clásica; La panza del Tepozteco; Se está haciendo tarde (final en laguna); y los tres tomos de Tragicomedia mexicana”, si de veras conociera la obra de su homenajeado, sabría que la publicación de sus libros no va en ese orden.

En Letras Libres, Rafael Lemus habla mal de José Agustín y de su novela de la viuda (“Sobrevive artificial, anacrónicamente.

No es un autor envejecido sino, peor, irrelevante.”), por lo que, Vladimir opta por buscarse a otro a quien “fusilarse” y lo encuentra en un texto de Carlos Rojas que publica en la página de la Coordinación Nacional de Literatura del INBA y que titula: “José Agustín. Irreverencia del clásico”.

Hace falta espacio para reseñar todos los textos robados por Vladimir; es muy fácil demostrar que sus artículos titulados. “¿Dios es redondo?”; “¿Pobres y educados?”; “La mujer y la reingeniería del tiempo”; “Hambre contra democracia”; “El tema de la salud”; “El cáncer de la corrupción”, entre otros, hasta el publicado este miércoles 11 de enero: “Una mujer presidenta (sic)”: TODOS son resultado de plagios.

Esto es un delito, se enmarca en los derechos morales y podría ser sujeto de una sanción penal o económica y hasta la obligación de indemnizar al agraviado.

No está mal tomar datos que otros investigaron, pero por la mínima ética, se debe publicar el nombre del que trabajó por nosotros. También es una estafa contra quien le paga por escribir o un abuso para quien le cedió confiadamente el espacio.

Lo que demuestra un plagiario es su incapacidad para estudiar un tema y escribir sobre el mismo. Es su falta de respeto por el esfuerzo de otros, es su cinismo al burlarse de una sociedad pobremente culta y peor educada. Ahí se la dejo.

 

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