OAXACA, OAX., noviembre 13.- Parece un tema “transnochado, pero yo todavía sigo esperando una tercera revolución en México”, responde Diego Osorno cuando se le pregunta cuál sería su fotografía de México para un futuro.
Periodista que ha publicado ya varios libros sobre el crimen organizado en el país, informa que próximamente será publicada una nueva edición ampliada y corregida de su libro “Oaxaca sitiada/ La primera insurreción del siglo XXI” (Grijalbo-Mondadori).
De paso por la capital del Estado para participar en la 33 Feria Internacional del Libro de Oaxaca (FILO), Diego Osorno concede la presente entrevista en la que habla de la politización del Estado como un problema pero también como “su mayor virtud”: una virtud que incluso ha impedido que el narco avance aquí.
—”Oaxaca sitiada” fue un libro coyuntural, ¿estás pensando en un segundo texto sobre Oaxaca?
—Más bien, publicaré una nueva edición, ampliada y corregida, de “Oaxaca sitiada”, donde agregaré entrevistas y revelaciones posteriores sobre la actuación del gobierno de Ulises Ruiz y sus funcionarios, especialmente respecto de las llamadas “caravanas de la muerte”.
—En una visita pasada, dijiste que no estabas muy enterado de la situación actual de Oaxaca, ¿piensas reintegrarte para actualizarte?
—Cuando el movimiento de 2006, viví aquí seis meses intensamente, es decir, todo el proceso de insurreción, la represión contras los maestros, las barricadas. El año siguiente tuve un departamento, iba y venía, pero era muy distinto. Ahora también existe un problema al respecto, porque varias de las personas que entrevisté ya fueron asesinadas —como Aristeo López, que me contó muchas cosas— o ya no las he encontrado, por ejemplo Moreno Rivas o el mismo Ulises Ruiz, con el que platiqué varias veces.
“La idea del libro ‘Oaxaca sitiada’ es que se mantenga como tal porque es una crónica del momento. Hay otros textos muy buenos de ensayo y reflexión, pero éste constituye una fotografía, digamos”.
—¿Cuál que es el principal problema de Oaxaca; por qué se mantiene siempre en los tres últimos lugares del índice de desarrollo humano?
—Pienso que su problema es también su virtud. La politización existente en Oaxaca se vuelve problema porque hay una búsqueda permanente de discutir, de cuestionar, de criticar. Eso se ve como un problema, pero diría que también es su mayor virtud.
En Oaxaca “hay un desarrollo político bastante mayor que en otras ciudades del país. Un taxista de aquí sabe mucho más de política que un politólogo de Monterrey”.
La politización se vuelve “un problema si no se logran generar consensos. Pero en todo caso, no creo que Oaxaca opte por el autoritarismo. Aquí cualquier personaje autoritario termina mal, la prueba de ello es Ulises Ruiz Ortiz”.
—También has dicho que por esa politización que caracteriza a Oaxaca, es difícil que aquí avance el narco.
—No está avanzando. Lo digo con todo respeto y toda preocupación, también. Acabo de regresar de Michoacán. El problema de allá es incomparable con el de Oaxaca.
En Michoacán “hay grupos del narco que se exhiben públicamente, políticos vinculados con el crimen organizado que prácticamente lo reconocen también, guardias armados en distintas ciudades: es un escenario que no vemos en Oaxaca y que, creo, difícilmente vamos a ver precisamente por el tejido tan fuerte que existe”.
