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El arte oaxaqueño, con desfase temporal y descuido técnico, sostiene Jorge Pech

OAXACA, OAX., abril 25.−“Ajá: con eso de que el gran crítico y maestro [Jorge] Pech ha hecho grandes propuestas en el arte en Oaxaca y sólo escribe de lo que le interesa y no de lo que le pagan”.

Tal es el irónico comentario del Museo de los Pintores Oaxaqueños (Mupo) hecho en redes sociales respecto de la nota titulada “En Oaxaca los verdaderos avances del arte no los sueña nadie, afirma Jorge Pech” (http://www.e-oaxaca.mx/noticias/informacion-cultural/22262-en-oaxaca-los-verdaderos-avances-del-arte-no-los-suena-nadie-afirma-jorge-pech.html).

Crítico y polémico, el ensayista de origen yucateco residente en Oaxaca desde mitad de la década de los noventa, sostiene ahora que el arte que se está realizando aquí “tiene un desfase temporal muy evidente” y que “por lo general el aspecto técnico se encuentra muy descuidado”; amén que enumera a los artistas que, desde su punto de vista, están produciendo plástica “disfrutable y respetable”.

Para comenzar, expone, “tenemos a Francisco Toledo, siempre adelantado en sus creaciones artísticas. Incluso, aunque también está desfasado desde la perspectiva del arte conceptual, en su caso, me parece un excelente desfase”.

Además, Toledo “sostiene sus creaciones con su enorme sabiduría plástica y cultural; y aunque no corresponda con la era cibernética, la verdad, eso a mí no me causa ningún malestar ni desazón”.

De acuerdo con Jorge Pech Casanova (Mérida, Yucatán, 1966), “Rubén Leyva es un artista plástico con una producción muy particular, muy bien definida a nivel técnico, plástico y cultural: no es como los demás pintores oaxaqueños que pintan monitos.

“Me parece de lo más destacable actualmente en el arte oaxaqueño”, precisa.

También “está el caso de un artista muy llorado, Alejandro Santiago, quien en un principio respondía a cánones primitivistas, al arte ‘naif’; pero en cierto momento, con base en mucha reflexión y atención a lo que sucedía en su entorno, dio un salto tremendo en su producción artística”.

Abandonó la pintura para realizar un proyecto personal, muy ambicioso, desaforado: el de “2501 migrantes”. Y lo consiguió. “A partir de ahí comenzó a realizar una producción escultórica y pictórica sorprendente. Por desgracia, murió de forma prematura”.

Entre la generación artística de los treintañeros o de poco más, Pech Casanova resalta a Arián Dylan Luján, Vicente Mesinas, Siegrid Wiese, Rosendo Vega, Virgilio Santaella, Ivonne Kennedy, Manuel de los Ángeles Sosa, Sabino Guisu y Pablo Cotama, “un artista extraordinario al que en Oaxaca se le ha prestado poca atención, pero que en otros lugares ha recibido premios y grandes reconocimientos”.

Ahora, explica Jorge Pech, los jóvenes adaptan los adelantos del arte en lo que se hace en Oaxaca, pero “qué es adelante y qué atrás. En el Renacimiento se retomaron y volvieron a poner en práctica los cánones grecorromanos de miles de años antigüedad, y Europa vivió una época artística sorprendente.

“El avance y el retroceso en el arte son muy relativos”, sentencia el escritor.

También habría que preguntarse “qué tan lejos pueden llegar determinadas técnicas para que pueda decirse que una obra sea de arte o no. Porque, por lo general, el aspecto técnico está muy descuidado en Oaxaca. Inclusive, artistas con mucha experiencia y talento como Alejandro Santiago, de pronto descuidaban eso: técnicamente, sus ‘migrantes’ no están realizados con el mejor cuidado posible; lo que nos deslumbra es su cantidad”.

Por otro lado, remarca, “creo que el arte que se está realizando en Oaxaca tiene un desfase temporal muy evidente, y no hablo de la famosa Escuela Oaxaqueña de Pintura, con varios siglos de atraso, sino del arte ‘naif’ que se sigue vendiendo y produciendo para regocijo de turistas y curiosos del arte: ‘El Aduanero’ Rousseau presentó sus primeros cuadros antes que comenzara el siglo XX, y él es la medida del arte primitivista oaxaqueño”.

 

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