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Poesía y filosofía, lenguajes diferentes pero mismas preocupaciones: Moisés Vaca

OAXACA, OAX., agosto 11.–Para Moisés Vaca (Ciudad de México, 1982), quien presentó recientemente su poemario “Arder la casa” (Fondo Editorial Tierra Adentro/ Conaculta, 2013) en la Biblioteca Henestrosa, “la poesía y la filosofía no están alejadas una de otra: sencillamente, los suyos son lenguajes diferentes, pero las preocupaciones que abordan son las mismas”.

Por ejemplo, expone en entrevista, aunque “me dedico a la filosofía política y a generar, desde la teoría, propuestas para cambiar estados de injusticia, en mi poesía a veces surgen esos temas”.

De hecho, en el libro de marras existe una “secuencia relacionada con la hierba mala que crece en la casa y la impotencia ante un mundo injusto”.

En todo caso, “lo raro es que en la filosofía siempre trato de realizar esas propuestas para cambiar el estado de las cosas, mientras que en la poesía usualmente me sale una voz más pesimista”.

–Quizá sea porque, al final, la poesía explica mejor el mundo– se le acota.

–Pues sí… Otra cuestión curiosa es que en la poesía me permito especulaciones más metafísicas y en la filosofía nunca.

Aunque empezó a escribir poesía desde muy temprana edad, Moisés Vaca comenzó a publicar hasta que estudiaba ya en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Con la aclaración de que a lo que realmente se dedica es a la academia en el Instituto de Investigaciones Filosóficas.

Tiene estudios de maestría y doctorado en filosofía política que estudió en universidades de Canadá e Inglaterra. “Mi vocación literaria es por un gusto personal: no soy un escritor profesional”, sostiene.

“Arder la casa” es su primer poemario individual. Antes publicó en los libros colectivos “Al frío de los cuatro vientos” (Instituto Mexiquense de Cultura, 2006) y “Perduración de la palabra” (UNAM, 2008), así como en las revistas “Punto en Línea” y “Los Noveles”.

Aquella publicación incluye 60 poemas sobre la mudanza de una pareja a una casa, entendida ésta como tal, pero también como “la Ciudad de México, el mundo y elementos que se entrelazan: el amor, la injusticia, la impotencia ante ella o el desconcierto frente a un universo sin propósito”.

Anteriormente, Moisés Vaca presentó su libro en la Casa Refugio Citlaltépetl de la Ciudad de México. Oaxaca es el primer estado en que realiza lo mismo.

–Generacionalmente, ¿con qué escritores te identificas?

–Soy de la generación de los años ochenta. Tengo un diálogo constante con profesionales de la escritura que conozco desde mis años en la facultad, Luis Paniagua y Luis Téllez, entre ellos.

Pero, en realidad, “cuento con influencias de distintas generaciones y poetas. Para escribir ‘Arder la casa’, en específico, me influyeron el argentino Roberto Juarroz, por su lenguaje tan directo, sin metáforas ni artilugios; Fabio Morábito, igual, muy bueno para captar lo cotidiano sin palabras rebuscadas; y Eduardo Lizalde, quien posee esa gran mirada sobre lo que anida la casa”.

–¿Cuál dirías que es el estado de salud hoy de la poesía?

–Veo que hay mucha poesía y de varias generaciones. Existen poetas muy jóvenes siempre, gente que empieza a los 18, pero también los hay de 30 que ya son muy buenos.

“Abundan los movimientos diferentes y gran cantidad de estilos. Lo que falta es más comunicación entre generaciones. En la Ciudad de México hay muchos proyectos al respecto, pero están desconectados. También se requieren revistas especializadas para la difusión de la poesía que incluyan a todas las corrientes y edades”.

 

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