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El último estallido de pasión

LIBROS DE AYER Y HOY

Como un adolescente anda el intelectual de derecha Mario Vargas Llosa, por la recién viuda de Miguel Boyer. Eso me recordó a William Holden en aquella memorable escena de Poder que mata (Network 1976. de Sidney Lumet), en la que su esposa, dolida, le reclama sus amores con Faye Dunaway y que vuelque en ella como hombre maduro, “tu último estallido de pasión”.

Vargas-Llosa-Mario--20.06.15-bolPor ese breve, pero emotivo reproche, ella Beatrice Straight, ganó el Óscar como actriz de reparto.

Los escarceos del Premio Nobel con Isabel Preysler, muy difundidos por la llamada prensa del corazón, han molestado al peruano-español, porque al parecer se ha fincado un triángulo con su esposa de décadas Patricia Llosa, cuyos familiares aseguran que acaba de festejar con el escritor –acto en el que él estuvo presente– sus cincuenta felices años de casados.

Chismes y debilidades aparte, lo cierto es que el autor de La Ciudad y los perros ocupa también buena porción de su tiempo en defender a los adalides de la intervención como Felipe González, que bien cebados y enriquecidos con sus negocios y premios, quieren componer  el mundo  como candiles de la calle.

La presencia de González en Venezuela para enfrentar a Nicolás Maduro apoyando a la oposición, le ha sustraído lo poco que quedaba de su imagen.

Al recuerdo de su creación de las GAAL para matar vascos y ahora apoyado por un hombre como Vargas Llosa se suman las complicidades con otros libertadores de lo ajeno como Felipe Calderón, echado prácticamente del país petrolero como persona non grata.

Todos esos personajes, que no saben qué hacer con su hiperactividad, pueden estar enmarcados en un plan de desestabilización más general, con comunicadores  incluidos, como lo han denunciado algunos medios mexicanos. Ese plan estaría prohijado por Estados Unidos, que en el pasado lo hizo con otros personeros caribeños y sudamericanos.

La consigna es recuperar el gran negocio que significa América del Sur y volver a imponer como en un círculo, quizá, sus antiguos gorilatos.

Volviendo a los verdes amores, Mario e Isabel ya son pareja –el vivo al bollo, dice el dicho–, como en su momento lo fueron Holden y Faye.

De William también se cuentan situaciones intervencionistas como agente de la CIA y hay quienes relacionan su misteriosa muerte ocurrida en Santa Mónica en noviembre de 1981, con esa actividad.

En Misterios de Hollywood sin resolver (Editorial Diana 1996) su autor John Austin relata cómo el famoso actor fue encontrado cinco días después de su muerte con un golpe en la cabeza ocasionado por una caída.

Se presume que estaba borracho. El evento disparó las antiguas historias sobre un actor trabajando para Estados Unidos, desde la época de Eisenhower; de ahí los muchos y misteriosos viajes y desapariciones que se le conocían, al parecer como intervencionista en países que no coincidían con su país.

Pero antes, en el premiado filme, disfrutó su último estallido de pasión, en lo que también se hermana con el Nobel.
laislaquebrillaba@yahoo.com.mx

 

 

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