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Los grandes problemas nacionales

¿Qué actores tienen hoy la fuerza popular, la capacidad intelectual y organizacional para encausar a la nación?

160 intelectuales y políticos participan en Diálogos por la Regeneración Nacional, poniendo a discusión los Grandes Problemas nacionales, mismos que arrancaron el pasado martes 6 de marzo y lo harán cada martes hasta su término el 29 de mayo próximo.

Entre las grandes temáticas se encuentran: medio ambiente y energía, democratización de los medios de comunicación y justicia, política, seguridad pública y violencias sociales; economía y México en el mundo, educación y ciencia; salud y seguridad social y, ética y pensamiento crítico; trabajo, capital y género; campo y soberanía alimentaria y diversidad y pueblos indígenas; corrupción, opacidad y dispendio y Migración; Derechos humanos y Nuevo Estado de Bienestar; cultura y sexualidad.

Cada martes se desarrollarán dos temáticas, mismos que cerrarán con conferencias magistrales de expertos de la talla de Lorenzo Meyer, Víctor Toledo, Rosario Ibarra, Enrique Semo, Porfirio Muñoz Ledo, Rodolfo Stavenhagen, Marta Lamas, Enrique Dussel, Enrique G. Pedrero, Javier Sicilia y Elena Poniatowska. Quizá hacen falta ahí un Mario Molina, un Demían Bichir, Carmen Aristegui, Pablo González Casanova, Luis Villoro, Julio Scherer García, y desde luego los que recién nos han dejado Carlos Monsiváis, Granados Chapa, entre otros.

Del diagnóstico y análisis a los grandes problemas nacionales sin duda saldrán un conjunto de propuestas e ideas que se traducirán en grandes ejes rectores, objetivos, estrategias y acciones concretas o como cuando Cárdenas se perfilaba para presidente en 1934, un gran plan sexenal que daría lugar después a las acciones de gobierno y que hoy día son los planes nacionales.

Sin duda se sentarán bases teóricas y prácticas como procesos de desarrollo que destierren la violencia, erradiquen la pobreza, detengan la emigración, cierren la brecha de desigualdad, elimine el analfabetismo, se detengan los impactos negativos al medio ambiente, ideas que permitan enterrar la corrupción e impriman un nuevo rostro y se constituya una nueva esperanza nacional.

En otros términos una renovación tajante de la vida pública e incluso privada, y que será posible a medida que se construya un Estado fuerte, eficaz, menos burocrático, más práctico y eficiente, un Estado de Bienestar con una política nacional, progresista, democrática e incluyente; con una creciente conciencia y unidad de las fuerzas populares para la solución de esos problemas y la praxis nacional de esas políticas. Sin embargo habría que pensar quienes serán o pueden ser los protagonistas y agentes que desplegarán semejante encomienda.

Hace poco más de cien años, lo fueron los campesinos y aquellos que estaban artos del autoritarismo, de la falta de elecciones libres y de la explotación a la clase trabajadora por la burguesía nacional y extranjera sostenida por Porfirio Díaz, una década después lo fueron los intelectuales que acompañaron a Vasconcelos en la revolución educativa, y otra igual con el proceso de institucionalización y reparto agrario hecho por Lázaro Cárdenas en los años treinta, pero es en los años sesenta fueron los jóvenes estudiantes quienes sacudieron México con el movimiento estudiantil que trágicamente terminó con la matanza de Tlatelolco.

Desde los años setenta se pretendía que los obreros sembraran la semilla de un socialismo planteando una moral política como la solución profunda y radical a los problemas del ser humano, en los ochenta la emergencia de un neonacionalismo revolucionario encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas y su Frente Nacional buscaba la democratización de México, en los noventa el indigenismo puso en la agenda la importancia de respeto y su reconocimiento, mismo que culmino con su recorrido por la república en 2001, en la década pasada han jugado un papel preponderante el magisterio y sus sindicatos, también la sociedad civil en general cuando en 2006 se vivió el desafuero de un político y las elecciones federales poco transparentes en ese mismo año, considero que la juventud se ha quedado fatalista o leal a pesar de ser uno de los sectores más golpeados o vulnerables al no contar con oportunidades de trabajo o estudio, incluso con carencia de medios para acceder a la educación, seguridad social, vivienda etc., son un sector que con el bono demográfico de hoy deben atenderse, puede que allí se halle el México Bronco de este siglo.

Si miramos un poco hacia Latinoamérica, Brasil cosecho lo que Enrique Florescano y González Casanova junto con otros intelectuales idearon para México en los setenta con su México hoy, mientras que, Bolivia en los albores de este siglo va logrando un tipo de socialismo mezclado con indigenismo y nuestra juventud se acerca más a la de Chile en tiempos pasados.

Las luchas de México han servido para que, grupos se perpetúen en el poder, en otros cuando se ha llevado a fondo ha permitido su repunte, pero sin duda ha sido ejemplo para otras naciones.

Si aceptamos la premisa de que en el siglo XIX nuestro mejor presidente fue Benito Juárez producto del movimiento entre conservadores y liberales y que en el XX fue Lázaro Cárdenas como resultado de la revolución y la crisis internacional y ante la historia general que se ha escrito, surge otra pregunta de gran calado. ¿Cuándo arribará el mejor o los mejores presidentes que asuman el reto de encarar con toda fuerza los desafíos y grandes problemas nacionales en este siglo XXI? Y ¿Ya estará entre la población mexicana un Juárez, un Cárdenas, un Vasconcelos?

 

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