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Oaxaca, por la producción de traspatio, perdida cuando nos creímos obreros

OAXACA, OAX., diciembre 1.— El traspatio de las comunidades oaxaqueñas para “mejorar la calidad alimenticia de las familias y la soberanía alimentaria del campo” está de vuelta.

Al menos esos son los objetivos principales del primer “Encuentro regional de producción de traspatio”, que organizan y efectúan este domingo 1 de diciembre, a partir de las 10:00 horas, en la Unidad Deportiva Reyes Mantecón, San Bartolo Coyotepec, el Comité de Voluntarios para la Reforestación y Protección al Ambiente (Covorpa) y la Caravana Cultural Tradición y Arte de Oaxaca.

Lourdes Diego Cervantes, representante de esta Caravana Cultural, informó que en el encuentro se constituirá el Consejo Oaxaqueño del Sistema de Producción de Traspatio (COSPT), cuyo objetivo será “analizar la situación actual del traspatio oaxaqueño y diseñar una agenda de gestión que permita a productores, comunidades y sociedad civil, plantear a los tres niveles de gobierno la urgencia de invertir recursos económicos para el fortalecimiento” de esos espacios.

El encuentro —en el que participan, principalmente, las comunidades de Villa de Zaachila, Zimatlán de Álvarez, Santa Catarina Quiané, población adscrita a este último distrito, y Reyes Mantecón— incluirá tres mesas de trabajo: “Mujeres y traspatio”, “Traspatio sustentable” y “Agenda del COSPT”.

TRASPATIO, BIENESTAR FAMILIAR

La crisis del traspatio es “muy seria: existe un franco deterioro y una real pérdida” de los productos oaxaqueños de ese tipo, afirmó en entrevista Efraín Aragón Ibáñez, representante de Covorpa.

Aunque, aclaró, es posible recuperarlo: al contrario de lo que podría pensarse, crear un traspatio de producción no es caro, pues “una acción del tipo con algunas aves, semillas para las hortalizas y dispositivos de dotación de agua, no cuesta más de mil pesos”, precisa.

No hay que olvidar, además, que “el traspatio consiste en un espacio cosmogónico que no nada más produce alimentos, sino que también constituye un lugar donde la familia es feliz”.

En Oaxaca, el traspatio “es un espacio vivo donde la familia aprende a hacerse responsable para producir su comida”, amén de que implica “la conservación de la biodiversidad”.

—¿Cuándo empezó a perderse el traspatio de forma masiva y cuáles fueron las principales causas?

—Empezó a perderse cuando ocurrió la división del trabajo, cuando creímos que trabajando como obreros ganaríamos dinero para comprar lo que necesitábamos.

“Al traspatio lo hemos abandonado desde hace mucho tiempo. En Oaxaca, en específico, otra de las causas para que se perdiera es que lo convirtieron en un espacio de movilización política. Nuestros políticos descubrieron que metiéndole dinero a ese lugar a través de prerrogativas, dádivas, podían captar votos seguros”.

—¿Qué tanto tuvo que ver la rotación de cultivos por el cambio de demanda de productos de la Ciudad de Oaxaca?

—Cuando en la Ciudad de Oaxaca demandaron alimentos frescos que vinieran de cerca, la gente pensó que si sembraba mucha alfalfa les iba a ir muy bien vendiendo quesos y leche. El cultivo de milpa fue desplazado, se perdieron los insectos que son el ícono de Oaxaca, los chapulines: en Reyes Mantecón, por ejemplo, ya no los producimos.

“Esa reconversión productiva que ocurrió cuando dejamos nuestros cultivos tradicionales por lo que nos dejaba ganancia inmediata, en verdad impactó: en la actualidad, en las comunidades circundantes de la ciudad, difícilmente encuentras producción abundante de chapulines”, por citar el mismo caso.

—¿Qué tan grave es la pérdida de los productos oaxaqueños auténticos?

—Es muy real. Por ejemplo, en Oaxaca existen muchísimas variedades de chile —el chilhuacle, el solterito, el chile nanche— que ya no encuentras con mucha facilidad porque desde hace un buen tiempo, se nos hizo fácil comprar chiles en vinagre enlatados, tan arraigados en nuestras comunidades.

“Es muy seria la pérdida de vegetales que nosotros domesticamos: si se recorren las poblaciones cercanas, con mucha facilidad se verá que en sus traspatios ya no tienen chile, epazote, ruda, orégano. Existe un franco deterioro y una real pérdida de especies en esos espacios”.

—¿Y el costo de un traspatio no es caro?

—No estaría de acuerdo con que es caro. Una acción del tipo con algunas aves, semillas para las hortalizas y dispositivos de dotación de agua, no cuesta más de mil pesos.

—Se trata más bien de una cuestión de recuperación cultural, pero desde abajo, desde las comunidades, ¿no?

—Qué es lo que estamos comiendo, es la pregunta que le hacemos a la sociedad, al gobierno y a los productores. Resulta muy cómodo, aunque se tenga poco dinero, ir a la tienda a comprar. Y eso te vuelve vulnerable.

Además, “producir en el traspatio, no nada más implica tener lechuga o huevos de gallina, también genera un bienestar familiar”.

Finaliza: “al mercado, a nuestra estructura económica, no les importa que las personas tengan un traspatio y estén contentos, porque en esos ámbitos lo que quieren es vendernos sus productos. Por eso hay que resaltar el hecho de que el traspatio, además de dotar de alimentos sanos a la familia, le da felicidad a quien lo practica”.

 

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