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Despidió Secretaría de Seguridad Pública al político oaxaqueño Carlos Aldeco Reyes

OAXACA, OAX., enero 29.- Los aplausos rompieron el silencio que enmarcaba la despedida de quien en vida, se distinguiera no solamente por su solidaridad y apego a las causas nobles sino de quien, con una sonrisa, cotidianamente caminaba las calles de la Ciudad de Oaxaca, saludando al paso y demostrando grandeza, a través de su humilde actuar.

Carlos Aldeco Reyes partió de este mundo, sí; pero nunca se irá del todo porque hoy, aquellos que fueron testigo de la obra social que en vida realizara este notable oaxaqueño, evidenciaban su dolor porque más que a un hombre, despedían a un ser humano inigualable.

Policías y en especial el Heroico Cuerpo de Bomberos, de cuyo Patronato de Ayuda era presidente, dejaron ver su pesar, mientras la bandera ondeaba a media asta, tras el féretro que conduciría el cuerpo inerte del buen Carlos Aldeco.

Su espíritu se percibía en la ceremonia que –como instrucción precisa del Gobernador Gabino Cué Monteagudo– se realizara en su honor, en el Cuartel General de la Policía Estatal, para enaltecer al hombre que ocupó gran parte de su vida haciendo el bien por las y los oaxaqueños.

Marlene, esposa de Carlos Aldeco se mantenía firme a la derecha del secretario de Seguridad Pública del Estado, Alberto Esteva Salinas; era evidente que el amor la hacía aceptar esa decisión divina por el mal que le aquejaba a quien durante tantos años fuera su compañero de vida.

Sus hijos, Ramsés, Carlos, Marlene y Roxana; procurando aceptar que su padre no los acompañará más, a pesar del dolor, sonreían, porque con este homenaje daban cuenta de que aquel hombre que les diera la vida no había caminado sin sentido durante su existencia, sino que su paso habría sido para, con tan sólo una sonrisa, dar ánimo y apoyo al más necesitado.

Carlos Aldeco Reyes se distinguió entre muchas otras cosas por la función que realizara como catedrático en la facultad de Derecho en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca; Síndico Primero y Secretario Municipal en el Honorable Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez; Presidente de la Gran Comisión en la 48 Legislatura Constitucional del Estado; Director de Seguridad Pública y Tránsito Estatal; Director General del Patrimonio de Gobierno del Estado; Subsecretario de Gobierno; Director del Sistema Estatal de Protección Civil; asesor del Gobernador del Estado de Oaxaca y del Secretario General de Gobierno; Director de Comunicación Social del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca y Director de Vinculación Interinstitucional en el Gobierno del Estado.

Su amor por las leyes le hizo cursar esta profesión en el otrora Instituto de Ciencias y Artes Oaxaca, de agosto de 1959 a junio de 1964, posteriormente unió su vida en matrimonio con Marlene Reyes Retana; ambos reconocidos en la sociedad oaxaqueña, no por una posición económica ni social, sino por la grandeza de corazón de ambos y el auxilio que prestaron siempre a las causas más urgidas.

En el Patronato del Cuerpo de Bomberos, Carlos Aldeco Reyes procuró la mejora en la tarea de sus integrantes, y fue uno de los más importantes promotores de la instalación, equipamiento y mejoramiento de las áreas que hoy ocupan en algunos puntos de la ciudad, las sub estaciones.

Se distinguió siempre por su humildad y sencillez. Se le podía encontrar en las calles del centro de la ciudad; en la zona norte disfrutando de la Fuente de las Ocho Regiones, en una tarde soleada; o en una tarde lluviosa, en que gustaba siempre de andar por cada rincón de la capital que lo vio nacer hace 73 años.

Muchas personas guardan un recuerdo especial de Carlos Aldeco; la mujer que humildemente solicitó su ayuda y a la que nunca le negó el auxilio; el bolero con quien durante largo tiempo comentó las anécdotas vividas en Oaxaca; o el hombre que le vendía periódico, y con quien antes de comprárselo se informaba de lo acontecido.

Igual podía encontrársele caminando con sus hijos o sus amigos; siempre hablando, siempre refiriendo, siempre preocupado por esta Oaxaca que hoy lamenta su pérdida física y que lo mantendrá en la memoria eterna, como los oaxaqueños que merecen ser siempre recordados.

 

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