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Iba a encontrarse con su novio, pero en la defensa de su teléfono celular encontró la muerte

OAXACA, OAX., noviembre 26.- Defendió su teléfono celular con la vida. El ladrón pudo quitarle el aparato asestándole tres puñaladas que le atravesaron el corazón y ahí quedó, tendida, frente a la casa de su novio, luego de salir de clases en el CBTIS 26 de San Felipe del Agua.

Vanesa Iris Mejía Narváez, de 17 años de edad, iba a encontrarse con su novio, Omar Alejandro García, estudiante del CBTIS de Santa Lucía del Camino, sin imaginar que encontraría la muerte y que su destino ya la esperaba.

La joven Peleó hasta el último momento para evitar que el ladrón le arrebatara el teléfono celular que cargaba en las manos, pero el metal le atravesó el corazón y murió segundos después.

La mañana de este miércoles 26 de noviembre de 2014 el despertador de Vanesa sonó puntual, a las 05:00 de la mañana, anunciando un nuevo día. Se levantó, arregló su cama, se bañó y vistió el uniforme del CBTIS 26 de San Felipe del Agua, donde cursaba el quinto semestre de bachillerato.

Tomó una taza de café, se colocó la mochila al hombro y se despidió de sus padres.

Contenta salió de su casa que se ubica en la Privada Luis Echeverría número 135 de la Agencia La Experimental, perteneciente al municipio de San Antonio de la Cal. Subió al transporte urbano en la parada del segundo retorno de la Procuraduría de Justicia. Con el teléfono celular en la bolsa se colocó los audífonos y se dispuso a escuchar música, ya que el recorrido para llegar a su escuela le tomaría aproximadamente 45 minutos.

Puntual llegó a tomar el primer módulo de clases. Así pasaron seis horas y al término de la jornada escolar Vanesa se despidió de sus amigas.

Tenía una cita con su novio, Omar Alejandro García, en el domicilio de éste ubicado en la calle 21 de Marzo número 302 de la Agencia Municipal de Cinco Señores. El estudiante del CBTIS de Santa Lucía del Camino ya la estaba esperando.

Caminó unas cuadras para llegar a la puerta de la casa de Alejandro. Con el teléfono celular en las manos, le había mandado un mensaje de texto para avisarle que estaba próxima.

Eran aproximadamente la 01:00 de la tarde cuando tocó la puerta, pero el destino le tenía preparado un giro de 180 grados. De la nada apareció un hombre bajito de complexión robusta que vestía pantalón de mezclilla tipo cholo color negro, sudadera gris con gorro y playera amarilla, quien se le acercó para intentar robarle el celular.

Decidida, Vanesa trató de evitar que le robaran el aparato y forcejearon por unos segundos. Al ver que la joven ponía resistencia al atraco, el ladrón le gritó: “dame tu celular o te va a ir mal”.

La mujer empezó a gritar pidiendo la ayuda que no llegó, mientras el asaltante sacó una navaja y la hundió en tres ocasiones en el pecho de la estudiante, quien ya no tuvo fuerzas para seguir peleando contra el ladrón.

Vanesa se desvaneció y quedó recostada en la banqueta, con el uniforme manchado de sangre, mientras su agresor emprendía la huida con el teléfono celular robado en las manos. Nadie pudo detenerlo. Se perdió entre las calles.

Tarde, minutos eternos, Omar Alejandro salió a la calle y vio a su novia tirada en la banqueta, desangrándose. Trató de ayudarla. Insistente, le preguntaba: “qué te paso, qué te pasó”.

Entre gritos salieron los familiares, los curiosos se acercaron, pidieron ayuda, llamaron a los paramédicos, llegaron los del heroico escuadrón de Bomberos, trataron de reanimarla, pero Vanessa había dejado de existir.

Al escuchar el veredicto, Omar se hincó llorando, la tomo de los hombros y le preguntaba: “Por qué tú”, “No tenía que pasar esto”, “Tú no estás muerta”. Su padre y su madre lo abrazaron, le pidieron que se tranquilizara, que ya no se podía hacer nada.

Bajaron una sábana blanca y cubrieron el cuerpo de Vanesa. En la cabecera le prendieron una veladora y una vela de parafina. Los novios nunca imaginaron que la cita de amor se convertiría en un encuentro con la muerte.

Abrazado de su padre, Omar miraba el cuerpo inerte de su novia, tendido en la banqueta, a diez metros de distancia.

Una hora después llegaron al lugar de los hechos el padre y el hermano de Vanesa. Elementos de las policías Estatal y Municipal ya tenían acordonada el área, mientras peritos y agentes del Ministerio Público tomaban datos, huellas, hacían preguntas.

Levantaron la sábana blanca y constataron que se trataba de su hija, la joven estudiante del CBTIS 26 de San Felipe del Agua. Destrozado, el padre se llevó la mano a la frente, movió la cabeza y gritó su dolor: “Eso no puede ser”, “Mi hija no está muerta”. El hermano se llevaba las manos a la cabeza y se jalaba los cabellos, pero ya nada podían hacer.

Los agentes del MP terminaron las diligencias correspondientes y ordenaron el levantamiento el cuerpo para trasladarlo al Anfiteatro de la ciudad, donde le practicarían la necropsia de ley y después entregarlo a sus familiares.

 

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