OAXACA, OAX., diciembre 12.‒Cual matemática del caos existencial, la artista Ana Santos (Oaxaca, 1978) traza en el pizarrón imaginario una ecuación de vida: revolución interior ═ cambio social.

Durante su charla ofrecida a los medios a propósito de su exposición “Indagaciones en tres historias” ‒ 21 óleos sobre tela de mediano y pequeño formato integrados en los asomos intitulados “Detrás de la mirada”, “Sueños del viento” y “Huellas del polvo”‒, la cual será inaugurada hoy, a las 19:00 horas, en el galería Rufino Tamayo de la Casa de la Cultura Oaxaqueña (CCO), donde expone por primera vez de manera individual, explica:

“Tal vez mi mayor aprendizaje de ahorita es que la mejor revolución que se puede hacer es la revolución interior”.

Aun cuando “toda obra es política, aunque no trate un tema específico del tipo, y respete y agradezca mucho que los artistas se comprometan socialmente, por ahora prefiero seguir más mi yo interior que una cuestión social. No digo que ésta no me importe, sino sencillamente que hoy estoy escuchando más la opinión que está sucediendo dentro de mí… sin dejar de tener en cuenta lo social, pero ya no de una forma tan radical”.

Finalmente, “todo tema social hay que verlo de una manera personal”, pues “es a partir de uno que puede generarse un cambio en los demás”.

Ante el caso Ayotzinapa y sin olvidar que constituye “un conflicto tan doloroso, pienso que tenemos una gran oportunidad, siempre y cuando estemos preparados para recibirla, de generar un cambio. Lo importante para mí es que ahora hay mayor interés de la gente por tomar conciencia, de darse cuenta y exclamar: ‘ah, la televisión realmente miente”.

Aunque la desaparición de los 43 sea “muy dolorosa, repito, está causando una actitud diferente, y yo le apuesto a que ello puede derivar en una tendencia positiva y no a volverse más caótica”.

‒Henry Miller dijo que el camino más difícil es hacia dentro de uno mismo, ¿qué tanto has avanzado en tu revolución interior?‒pregunta E-Oaxaca (www.e-oaxaca.mx).

‒Lo más difícil, sobre todo, es enfrentarse a lo que uno es por dentro, aceptar su parte sombra, la más iracunda incluso, y exponerse: “bueno, aquí estás, te acepto”.

“Es un camino personal que empecé hace seis años, cuando cumplí 30. Me ha quitado muchos prejuicios y me ha permitido tener una mentalidad un poco más abierta, flexible. Antes yo quería tener la razón, mantener que algo es así y debe ser así; ahora puedo decir: ‘es así porque yo lo creo, pero me gusta que los demás crean que puede ser diferente’. Hay que aceptar que somos complejos, y que esa complejidad nos hace ser humanos y seguir el camino del alma, ese donde ese encuentran todas las emociones: la ira, la felicidad”…

Para Ana Santos “Oaxaca es un escenario donde suceden muchas cosas, viene y va gente de diferentes latitudes. Me gusta esa diversidad ‒resalta‒, siempre la agradeceré. Y dentro de eso, lo importante es que se le dé lugar y respeto a todos los movimientos que existen, a lo conceptual y lo neoconceptual y a los medios alternativos”.

En particular, ella que trabaja diversos temas siempre bajo la posibilidad del abandono y la vuelta a ellos, y después de sus propuestas muy existencialistas y sus sombras-siluetas en muros viejos de las calles oaxaqueñas de los años 2003 y 2004, en 2008 comenzó a incursionar, como consecuencia de sus recorridos en bicicleta, “en una intención más armónica, en la concentración con la naturaleza, en imágenes de árboles, ramas y hojas, y en lo que los toca: el viento”.

Se trata de una visión “poética que me permite un sentido más sincero, una tranquilidad mental, la cual seguramente todavía no voy a abandonar”.

También se ha introducido en el “reciclaje de imágenes publicitarias para cambiarles el contexto e insertarles textos con la idea de ver si pueden causar sensaciones y pensamientos diferentes”.

Amén del “tema del caos que ha trabajado de forma paulatina y del cual, con “Huellas del polvo”, se está prácticamente despidiendo”.