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San Sebastián Mártir, santo que nació de un encino de Yucuñuti de Benito Juárez

YUCUÑUTI DE BENITO JUÁREZ, Tezoatlán de Segura y Luna., Oaxaca., febrero 28.- Cuentan los oriundos que un día a muy temprana hora, Don Feliciano Díaz transitaba en las faldas del cerro que forma parte de la gran serpiente (yucu co´o), montado en el lomo de un asno, cuando de pronto escuchó que le silbaban insistentemente, por lo que desmontó el jumento para ir en auxilio de algún paisano que pudiese haber sufrir algún percance.

San-Sebastián-Mártir-28.02.16-Karol--(5)Los mayores afirman que para aquel cristiano fue grande la sorpresa al contemplar el rostro de un crucificado pendiente de la cruz que formaban las ramas de uno de los miles de encinos que abundan en ese paraje, precisamente de ahí procedían los silbidos.

Instantes después, el nativo prosiguió su camino con el propósito de llevarle agua al hombre de color moreno claro si a su regreso seguía ahí colgado de las ramas del frondoso encino, así como rociar las ramas del mismo si le sobraba agua.

De vuelta en casa, don Feliciano Díaz contó lo sucedido a su familia, quienes no le creyeron, por lo que al siguiente día volvió al monte a cortar palma y los hechos del día anterior se repitieron nuevamente, pero ahora con conocimiento de causa, por lo que sin temor acudió al encino y observó otra vez la imagen del crucificado, esto le ocurrió sucesivamente cada vez que pasaba por dicho paraje.

El Yucuñutense optó por dar aviso a las autoridades del poblado, quienes tampoco le dieron importancia, fue así que en diversas ocasiones el hombre se encontró con el personaje incrustado en las ramas del encino, hasta que el 1 de mayo de 1912, decidió cortar aquel crucifijo junto con otros vecinos voluntarios, posteriormente, fue llevado al pueblo en compañía de una banda de música de viento, sin embargo, cuando pasaron cerca del panteón del pueblo, éste se hizo pesado y los cargadores ya no lo pudieron trasladar hasta el templo, por lo tanto, lo dejaron recargado en el pretil de piedras que cerca el camposanto, ahí permaneció por varios días el pesado madero de encino.

Tiempo después lo llevaron al atrio del templo, colocándolo en las gradas de la puerta, en donde poco a poco fue ilustrándose en la mente de los paisanos, quienes comenzaron a sentir devoción por aquel crucifijo, mismo que se reveló ante el anciano Feliciano Díaz, quien narró paso a paso lo que le sucedió durante el transcurso de la aparición del crucifijo, fue entonces que los pobladores tomaron el acuerdo de llevar el encino con un escultor de imágenes, quien le dio forma y figura a la sagrada imagen.

Hoy en día la imagen es venerada bajo la advocación de ‘San Sebastián Mártir’, cuya festividad es celebrada el 20 de febrero de cada año, ya que el 20 de enero se destinó para la realización o hechura de labranza de ‘cirios’ que es utilizada durante la misa del día de la festividad.

BREVE HISTORIETA QUE CUENTAN LOS MAYORES

Los oriundos sostienen que la persona que vivió en carne propia y contó la aparición del hombre crucificado en las ramas del encino fue don Feliciano Díaz, quien fuese abuelo de don Perfecto Díaz, conocido como ‘Pani’, un pueblerino que vivió más de 110 años y que lleva 17 años de fallecido aproximadamente, llevándose con él la verdad sobre la imagen de San Sebastián Mártir, la cual es venerada año con año por los nativos y a cuyo santuario llegan cientos de miles de peregrinos y devotos del santo patrón, cuya fe y devoción se ha extendido en todo el territorio nacional y hasta en el extranjero; específicamente en la Unión Americana, tan es así que el sábado 20 febrero del 2016, en Los Ángeles, Estados Unidos de Norteamérica, tuvo lugar una fiesta grande con misa y eventos profanos en honor a la imagen sagrada y que fue organizada por los yucuñutenses residentes en el vecino país de Norte.

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Con ‘Pani’ se fueron los múltiples secretos y anécdotas de la milagrosa imagen, pues ni los suyos tuvieron tiempo de plasmar una verdadera leyenda o historietas sobre tales hechos que trascendieron en la historia de este noble gironcito de la patria mexicana que es Santa María Yucuñuti, nombre original de la población.

A diferencia de otras imágenes de santos milagrosos que tienen características similares y que se encuentran en otros pueblos del Estado de Oaxaca, como Totontepec de Morelos, distrito de Zacatepec, Mixe; San Sebastián Nicananduta, distrito de Teposcolula;  San Sebastián Tecomaxtlahuaca, distrito de Juxtlahuaca; San Sebastián del Progreso, San Sebastián del Monte, distrito de Huajuapan, la imagen que poseen los Yucuñutenses presenta una belleza indescriptible que esta encarnada al encino, cuyos ante brazos están extendidos sobre la cruz del madero (encino).

Otra diferencia es que la festividad se realiza el 20 de febrero de cada año, cuando el 20 de enero está destinado para la labranza de cirios, pese a esto, ellos celebran su  festividad en el siguiente mes,  fecha en que la cofradía recauda recursos económicos y en especies de entre los pobladores y de los pueblos circunvecinos para ofrecer comida a todo aquel que aporte su cooperación, tradición que fue propuesta por Miguel Vásquez Zamora cuando fungió como mayordomo y que fue aceptada por la población.

Los principales del pueblo señalan que después de quedar terminada la imagen, esta no quería estar estable en el templo, ya que cada mañana amanecía en el panteón municipal, ante ello, acordaron colocarle un ángel sobre el hombro izquierdo, quien es el que lo sostiene firme y estable en el altar mayor del templo en Yucuñuti, pueblo que también era conocido como Santa María Yucuñuti.

ANÉCDOTA

Una de las anécdotas que los nativos de San Sebastián Mártir consideran como milagro o que destaca por hechos asombrosos, es que cuando alguien pensaba que la imagen era sólo un encino al instante se quemaba su choza, porque en aquel entonces se habitaba en chozas de palma seca y carrizo, materiales altamente peligrosos con la lumbre, así narran los nativos emocionados y orgullosos de su imagen sagrada.

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Una reliquia a la altura de los hombres, a cuya sombra protectora se encomiendan los nativos día a día y sobre todo los emigrantes; este es uno de entre muchos sucesos que calaron en la conciencia de los aborígenes, quienes hoy se sienten orgullosos herederos de una gran reliquia e historia cultural que forma parte de su esencia y de su idiosincrasia. Inclusive se llegó a decir que cuando una mujer viuda o soltera daba a luz un hijo, aseguraban que el bebé era ‘hijo de San Sebastián’.

Yucuñuti se encuentra a escasos diez kilómetros de la Ciudad de Oaxaca, al poniente de la cabecera municipal de Tezoatlán de Segura y Luna, perteneciente al distrito de Huajuapan, diez minutos en carretera recientemente pavimentada.

Aquí la humildad, benevolencia y hospitalidad de los nativos hacen sentir cómodos al visitante y peregrinos ante la devoción y la fe que envuelve a ‘San Sebastián Mártir’, brotado de un encino, allá en las faldas del cerro,  cuyo tronco aún se conserva, porque es parte de la historia y esencia de los lugareños, quienes lo consideran sagrado, así como los peregrinos que pisan el paraje de referencia, porque de ahí nace la fe y la devoción a ‘San Sebastián Mártir’.

La autoridad municipal en coordinación con las fuerzas vivas de la comunidad, reciben a visitantes y feligreses para adorar y venerar a su santo legítimo de madera, que al contemplar su rostro y sus ojos  es posible obtener la requerida respuesta, además de los múltiples favores y milagros que se le puede pedir al momento de estar frente a la preciada imagen. Y es que tanto propios como devotos, dan testimonio fidedigno de los muchos favores y milagros que han obtenido al llegar al aposento de San Sebastián Mártir.

 

 

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