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Crónica de una Guelaguetza diferente, sin presídium, pasarela ni besamanos

OAXACA, OAX., julio 25.- La polémica “Velaria” ocultó los rayos del Sol que en años anteriores daban calor a la festividad de los Lunes del Cerro.

Esta vez el escenario fue diferente. “Ahora ya no podremos ver el helicóptero, desde donde se hacían tomas de la festividad”, comentaban en tono irónico algunos asistentes.

Ahora tampoco hubo pasarelas, ni el besamanos que acostumbraban los regímenes priistas y las autoridades municipales para entregar ofrendas al Mandatario en turno y a sus invitados.

El presídium desapareció del escenario y Gabino Cué Monteagudo con su esposa e hija, al igual que los invitados especiales, como la secretaria de Turismo federal, Gloria Guevara, y el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva Ramírez, ocuparon las gradas de la Sección “B” como simples espectadores.

Fue el primer Lunes del Cerro, el primero que presidió el gobernador Cué. El primero del nuevo gobierno de coalición que cambió totalmente el escenario, donde los rayos del Sol y el cielo azul fueron cubiertos por la Velaria.

La Guelaguetza cautivó a unos 15 mil espectadores, y la tradición de cubrirse con sombreros de palma no fue olvidada, sino aprovechada para llevar el ritmo de la Canción Mixteca, cuando llegó el turno de la delegación de Huajuapan de León.

El vaivén de los sombreros agitados por miles de manos, al ritmo de la Canción Mixteca, estremeció al auditorio.

Pero las exclamaciones surgieron cuando la delegación de Tuxtepec bailó la “Flor de Piña” y sus hermosas mujeres, al unísono, trazaron en el entarimado su escenografía fastuosa.

La festividad inició en punto de las 10:00 horas. Minutos antes había llegado al gobernador Cué con su comitiva.

Dos maestros de ceremonias –una dama y un varón– anunciaron el inicio de la fiesta que duró exactamente tres horas y media.

La Diosa Centéotl, Sayra Gabriela Hernández –originaria de Santo Domingo Tehuantepec–, al ritmo del himno dedicado a esa deidad dio la vuelta al escenario y luego ocupó su lugar a la derecha de Cué Monteagudo.

El convite de las Chinas Oaxaqueñas fue el preámbulo para que la delegación de San Jerónimo Tecóatl se presentara con la “Lavada de Mano”. De pantalón blanco y camisa roja, jóvenes y mujeres bailaron su danza tradicional.

El ambiente se avivaba poco a poco y más aún cuando comenzaron los primeros obsequios. Cientos de manos surgieron de las secciones “A” y “B”, que ocuparon quienes pudieron pagar el boleto de acceso que se cotizó en 400 pesos.

Los “de arriba”, los del pueblo que estaban en las secciones “C” y “D”, se conformaron con observar desde lejos cómo recibían los espectadores “de abajo” los panes, las tlayudas, las bolsitas de café que aventaban los de la delegación de Santa María Tlahuitoltepec, después de bailar los Sones mixes.

Esta vez, en la sección “A” abrieron un espacio para los reporteros de los medios de comunicación locales, nacionales y extranjeros.

El acceso fue con dificultad. ¡Pásenle por allá!, ¡Pásenle por el otro lado!, indicaban policías auxiliares, mientras hombres y mujeres con boleto en mano gritaban a los reporteros: ¡A la cola!, ¡A la cola!

Después de peripecias, los reporteros fueron guiados por los “acomodadores” –otra variedad de la organización de la festividad— que indicaban dónde ubicarse.

A las 11:00 horas hizo su entrada la delegación de Miahuatlán de Porfirio Díaz con su interpretación de “El Palomo Miahuateco”, y enseguida San Pablo Villa de Mitla, con “Fandango y El Mayordomo”.

En realidad se trató de una “Boda Mitleña”, con hombres y mujeres vestidos a la usanza de los trajes de Tlacolula de Matamoros, pero sin las clásicas marmotas.

Policías turísticos y ministeriales, de riguroso traje negro, vigilaban, observaban, cualquier movimiento inusual, pero todo seguía en orden.

Los aplausos retumbaron en el ambiente cuando se escucharon los primeros ritmos de una banda de música tradicional de Santo Domingo Tehuantepec, y los trajes elegantes de las mujeres enjoyadas causaron la admiración de los presentes.

El “Fandango Tehuano”, “Rendida” y “La Sandunga” fueron interpretados magistralmente con el zapateado. A manera de despedida se escucharon las notas del vals “Celosa”.

Luego llovieron los totopos, el pan de queso, las ciruelas “en curado”, y las banderitas multicolores con las cuales se adorna la enramada en las velas istmeñas.

A la mitad del programa miles de sombreros de palma rompieron el aire y el público entonó la Canción Mixteca, mientras el Jarabe Mixteco llevó al clímax a los asistentes.

El turno fue para la delegación de San Vicente Coatlán que bailó el “Jarabe Chenteño”. Eran las 11:40 horas.

Los ¡Oh! de admiración volvieron a surgir cuando hizo su entrada la delegación de San Bartolo Coyotepec para interpretar la clásica “Danza de la Pluma”.

Breves los bailables, rápido transcurría el programa. La delegación de San Pedro Pochutla, con sus mujeres y hombres festivos y dichos “picosos”, interpretaron su sones.

Ya se preparaban para entrar al escenario las mujeres tuxtepecanas, cuando decenas de pies se unieron en sólo ritmo y los alaridos de miles espectadores se escucharon en el auditorio.

La fiesta llegaba a su término. La última delegación fue la de Putla Villa de Guerrero, con sus sones y chilenas, que continuaron bailando cuando todos los participantes se fundieron en uno sólo en el entarimado.

Aún no concluía el primer “Lunes del Cerro” y en las faldas del Cerro del Fortín miles de personas ya esperaban su turno para ingresar a la edición vespertina.

 

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