EXPRESIONES
Cuando el poder y las posibilidades que demuestra un factor determinante de la seguridad nacional son superiores a las del Estado, es momento de cavilar sobre la posible distensión de una lucha desigual a través de una negociación que evite la afectación de miles de ciudadanos, la mayoría jóvenes, que inermes ante la pobreza y escasez de empleo, cae en las garras del delito y de las adicciones.
Hoy, que el líder del Cártel del Pacífico, Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo Guzmán”, demuestra, por segunda ocasión, su capacidad para evadir la justicia mexicana fugándose de un penal supuestamente de máxima seguridad, es momento de analizar la posibilidad de distender un enfrentamiento que lleva años sumando víctimas sin que el flujo de enervantes y marihuana disminuya en el país.
La llamada guerra contra el narco es una conflagración desigual ya que México pone los muertos y el principal consumidor de la droga sigue sin coadyuvar en la disminución de su consumo ni en implementar acciones de ayuda a México, no a través de injerencias policiacas o militares, sino a través de programas de apoyo a las juventudes de ambos países, los principales afectados y víctimas del consumo, trasiego y venta de droga en ambos países.
El Chapo Guzmán, con su fuga, pone en tela de juicio a las autoridades mexicanas e incluso en perspectiva de recibir presiones económicas y políticas de los Estados Unidos para intensificar la lucha contra el narco, además de erigirse como un “todopoderoso” que todo lo logra y que para él no hay imposibles.
Ante tales perspectivas, nuestro país debe reconsiderar lo que le conviene más a los mexicanos y no seguir haciendo “el caldo gordo” a los norteamericanos que cínicamente siguen incrementando la demanda de la droga.
Con su fuga, Joaquín Guzmán Loera nos está dando una gran lección a los mexicanos, y de paso se está convirtiendo en una especie de héroe mítico, tan común en el sentir popular de un México explotado por corruptos y que inerme busca cobijo en quien le proporciona una salida a sus múltiples problemas, sin importarle que en ello arriesgue su vida o la de su familia.
Eso es lo que debe afrentar al Estado, no la fuga en sí de quien se ha convertido en leyenda por las omisiones y la incapacidad de gobernar con honestidad.
Oaxaca de Juárez, Oaxaca, lunes 13 de julio de 2015
