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La tragedia de Jamiltepec

CRÓNICAS DE LA ÍNSULA

La tragedia de Jamiltepec en la Costa de Oaxaca ilustra de nuevo la falta de capacidad de nuestros gobiernos para enfrentar los desastres naturales. Suceden los sismos, las inundaciones y siempre estamos en los mismos comienzos. Desastres cuyos daños se ven acentuados por gobiernos improvisados y una población mayoritariamente pobre, que es la más vulnerable, al carecer de capacidades económicas y de información para prever sobre su seguridad.

Población que desconoce los reglamentos de construcción, ni tiene para pagar a un arquitecto que le brinde asesoría y buena técnica para hacer sus casas. Se construye de manera improvisada, un par de estancias, si después crece el hijo hay que pegar un cuarto al lado, o si se casa hay que hacer otra estancia encima. No hay cimientos que respondan al nuevo peso, y se abren puertas y ventanas debilitando la construcción.

Los desastres no son democráticos

De ahí que se diga que los desastres no son democráticos, no afectan a todos por igual. Pero no sólo es la pobreza económica, también ese otro tipo de pobreza que es lo educativo-cultural hacen mella en las poblaciones. Es el costo de la falta de cierta ilustración, de la verdadera que sirve para vivir o sobrevivir, con información técnica, científica, no la demagógica de la que hacen gala los vividores del indigenismo. Esos cantan loas a las tradicionales fiestas de los zapotecas del Istmo de Tehuantepec, donde se gastan 300 mil pesos en un sarao o fiesta de varios días, pero sus casas las construyen de la manera más precaria, sin planificación, sin atender el reglamento de construcción, con lo más barato.

Hay una población aculturizada, que presume tradiciones decadentes, pero se corresponde con un gobierno de similar condición, sin capacidades, un gobierno nada meritocrático, donde estuvieran los mejores funcionarios. Todo eso magnifica los desastres, los hace más trágicos.

En ese contexto de atraso general de nuestras sociedades se inscribe el caso del helicóptero que cayó sobre la gente y mató a 13 personas en Jamiltepec, Costa de Oaxaca. Ahí lo que se está configurando es un gran caso de negligencia, al volar sobre una población sin cumplir los protocolos y violando el Reglamento de Vuelos.

¿Imprudencia política?

También de que estamos ante una actitud de imprudencia política. Sale más barato publicitar que nuestros gobernantes de inmediato fueron a consolar a la gente, a solidarizarse, pero más que nada a tomarse la foto, salir en la Tv, no por nada hasta llevaban en ese helicóptero a un reportero de Televisa.

Lo que sale caro es cumplir con la ayuda a damnificados, miles quedaron sin el cumplimiento de esa sentida promesa en las visitas de Peña Nieto y el Gobernador Alejandro Murat  en el Istmo. La SEDATU de Rosario Robles se encargó de hacer el trabajo sucio, con un censo pésimo, que dejó fuera a miles de damnificados, pero se niegan a hacer un segundo censo; se robaron el dinero de las tarjetas… la gente abandonada. Sobre todo en Juchitán el panorama es desolador.

Ahora, después del sismo de este viernes en la Costa y la tragedia de Jamiltepec, se cuestiona si cumplieron el protocolo para volar de noche con ese helicóptero del Ejército Mexicano; la antigüedad del aparato que cayó; si estaba equipado para vuelo nocturno. Es la hora que no dan el peritaje. Pero es claro que no respetaron el Reglamento de Vuelos, que prohíbe los vuelos nocturnos, a menos que se cumplan estrictos requisitos, omitidos en este caso que nos ocupa.

Cienfuegos: “Yo no habría dado la orden de volar”

La tripulación salió ilesa, afortunadamente, donde iba el gobernador de Oaxaca y el Secretario de Gobernación, Navarrete Prida, entre otros. Es central saber quién dio la orden de volar en esas circunstancias, el Secretario de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos, declaró en su visita al lugar de la desgracia que él no habría dado la orden de volar en Jamiltepec.

“Fue terrible, había gente despedazada, nunca había visto una tragedia así”, consignó un reportero al ver el daño a las personas que se refugiaban de los temblores precisamente donde cayó la aeronave. Un campo donde la gente fue a salvaguardarse de los temblores y réplicas, queremos creer en esa versión, pues si, como dicen en las versiones oficiales, esa gente fue a esperar a la comitiva que aterrizaría ahí, la negligencia sería peor. ¿Nadie le habría avisado a la tripulación? ¿No habrían solicitado información al respecto? Van 13 muertos y 15 heridos, una tragedia que se pudo evitar.

www.revistaenmarcha.com.mx, lc.blas@gmail.com y @blaslc

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