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La Carambada, “asesina” de Juárez (2)

Sin Derecho a Fianza

Como se dijo antes, la Carambada no murió cuando recibió cinco balazos de los rurales “camino de Celaya”; todavía obtuvo la extremaunción de parte de un obispo (nada menos) y falleció un día después (probablemente en mayo de 1884).

Pero ¿cómo se enteró Verdeja Sousse que La “Carambada” asesinó a Benito Juárez? (es decir, ¿de la confesión de la moribunda’), pues porque, convenientemente, una enferma que estaba al lado, la escuchó. Afirma el escritor:

“La confesión de La Carambada no la escuchó solamente el ilustrísimo Sr. D. Ramón Camacho, Obispo de Querétaro, sino también una joven profesora [ni tanto, nació en 1828] que ya estaba en franca convalecencia de una operación quirúrgica y que estaba encamada en la misma sala de la paciente (sic) y a la que ocultaba nada menos que el altar en que había sido puesto el Sagrado Depósito”. Y sostiene:

“Es un deber mío como novelista el advertir a los lectores que lo que la protagonista refiere en su confesión al Obispo (que es un hecho real) no es una serie de anécdotas cuya autenticidad nadie ha puesto en duda y que el pueblo queretano sabe que gravitan alrededor de La Carambada, pero que nadie se había atrevido a enlazar por razón quizá de la apatía del alma mexicana”.

Verdeja, con esto, indica que la moribunda le narró TODA su vida al obispo, que la profesora escribió luego en documentos que Verdeja halló (“nos apoderamos de los más interesantes detalles de aquella confesión”) y por eso fue posible hacer el libro. Increíble.

Verdeja se refiere a María Nestora Téllez Rendón (1828 -1890), maestra y escritora queretana, conocida principalmente por su historia alegórica Staurofila. Cuando ella tenía un año de edad sufrió una enfermedad en los ojos y quedó ciega; y sí se sometió a una intervención ocular, llevada a cabo por el doctor Carmona y Valle. Pero eso ocurrió en 1873, es decir, más de diez antes de que muriera La Carambada [un corrido dice que murió en 1886, pero creo que fue en 1884], por lo que Nestora nunca pudo escuchar esa confesión… y nunca escribirla.

LAS MENTIRAS DE VERDEJA SOUSSE

Con esto, lo que afirma el escritor es falso. Como de que Oliveria del Pozo (o Leonarda Martínez), fuera contemporánea de Macedonio El Cucho Montes, quien fue ejecutado el 17 de diciembre de 1840, frente a la fuente de “Los Ahorcados” junto a la Alameda (antes de que naciera la bandolera: “Yo nací en la hacienda de Batan, en el año de 1842”, dice ella); por lo que tampoco pudieron platicar sobre la pérdida del territorio mexicano a manos norteamericanas, como aparece en el capítulo tres del libro.

Nunca fue La Carambada ayudante de Carlota Amalia, ya que la dama de guardarropa y camarista de la emperatriz se llamó Mathilde Doblinger. Tampoco pudo ser niñera del príncipe Agustín, pues la primera fue Olivia Pérez y la segunda, Tere “N”.

[En la anterior columna, este escribiente se ofuscó y consumó un error. Dije que “Maximiliano sentía admiración por el defenestrado primer emperador; incluso quiso adoptar a un hijo de Agustín”. Es falso, quise decir “un nieto” de Iturbide, hijo de Ángel o Ángelo de Iturbide, segundo hijo del finado emperador quien casó con Alice Green en Washington, D.C., en junio de 1855, de cuya unión nació “Agustinito” de Iturbide y Green, nombrado Alteza Imperial por Maximiliano en septiembre de 1865].

María Carlota Amalia Augusta Victoria Clementina Leopoldina, tuvo veinte damas de compañía, pero en la lista no aparece ninguna Oliveria (ni Leonarda).

El supuesto novio de Oliveria, “José Joaquín Rodríguez, jefe de su Estado Mayor”, no fue lo que se afirma, ya que como señalamos antes, el jefe era el general Severo del Castillo, a quien le conmutaron la pena de muerte por cárcel en San Juan de Ulúa; también le fue perdonada la vida al príncipe Salm Salm.

Félix Constantin Alexander Johann Nepomak (1828-1870), un noble prusiano, perseguido por deudas de juego y fraude en Europa escapó a USA (aquí se casó con Agnes Elizabeth Winona Leclerc), peleó en la guerra de Secesión con el Ejército del Norte, luego vino a México y Maximiliano le dio un cargo en su Estado Mayor. Estuvo preso en Querétaro junto con el emperador. Su esposa varias veces solicitó el indulto para él y Maximiliano. Ya sabemos que para el austriaco le fue negado.

La Carambada dice en el libro que la princesa Salm Salm acudió a visitarla y la invitó a San Luis para ver a Juárez: “Al día siguiente salimos en una diligencia que debía llegar a San Luis en dos días”.

Agnes de Salm Salm (1840-1912), escribió un diario que, traducido del alemán, se publicó como: “Querétaro. Apuntes del diario de la princesa Inés de Salm Salm” (México.1869); después se editaría como: “Diez años de mi vida.1862-1872”. (Detroit. 1878).

Ahí no dice nada de una Oliveria (ni Leonarda). Afirma sí, que la primera vez que acude a Juárez, viaja acompañada por su criada Margarita y del “Teniente coronel Azpiroz” a quien el general Mariano Escobedo ordenó acompañar a la princesa a San Luis, donde “llegamos dentro de tres días”. No dos, como dice La Carambada.

En otra ocasión, acompañada sólo de su criada, intenta hablar con Porfirio Díaz, quien estaba en su cuartel de Tacubaya:

“Entretanto se había oscurecido, y cuando Margarita, Jiinmy [su perrito] y yo llegamos á la garita, el centinela me gritó: ‘¡Quién vive!’, entonces en mi sobresalto contesté resueltamente—‘enemigo’—por equivocación—en lugar de decir ‘amigo’. El centinela contestó no menos resueltamente con un tiro; la bala silbó encima de mi cabeza sin hacerme algún daño.

Temiendo que se repitiese el disparo más eficazmente, me oculté detrás de un arco del acueducto que estaba cerca; y Margarita demasiado medrosa, se echó de rodillas y llamaba en su auxilio á todos los santos del calendario”. Esta actitud no concuerda para nada con la bragada Oliveria, ¿no?

Oliveria dice que Juárez se negó a perdonar a su novio. Esto no se puede creer, porque el oaxaqueño sí perdonó a otros más importantes. No hay que olvidar que Maximiliano, Miramón y Mejía fueron juzgados.

La presencia de otra mujer que solicita el indulto, también sería consignado por los testigos, como se señala a la esposa de Miramón, por ejemplo. Y Juárez no la olvidaría ni la pondría en su mesa años después.

Otra mentira de Verdeja es adjudicar la muerte del novio de Leonarda a Benito Zenea. No hay registro de ello.

Verdeja dice que ella, a su vez, asesinó al ya gobernador Zenea de un golpe en la nuca y que lo mutiló en sus partes nobles. Él falleció de un ataque al corazón y no hay ningún dato de la mutilación. Y es demasiado improbable que la noche del 15 de septiembre de 1874, antes del “Grito”, ella pudiera tener contacto con Zenea, máxime que su cabeza tenía precio y podría ser reconocida por algún guardia.

[En la edición de Editorial Polis (1941) se consigna esa fecha, y en la de Ediciones Cimatario (1995) se escribió erróneamente “de mil ochocientos sesenta y cuatro”].

En otra parte del libro, cuando llega a Querétaro, ella se molesta, porque se le puso el nombre de su enemigo al famoso jardín queretano. Zenea murió cuando la obra aún no se concluía, por lo que no le pudo llamar “Jardín Zenea” todavía.

En el libro de Verdeja, se dice que La Carambada era la jefa de la gavilla, sin embargo, en el periódico queretano La Sombra de Arteaga del 10 de mayo de 1884, se consigna que ella, junto con su amante Víctor Medina (tal vez éste apellido toma Verdeja para llamar a su personaje “Leonarda Medina”) y otros criminales, apresados el de 6 mayo del mismo 1884, confiesan que el jefe era Guillermo Rodríguez “El Amito”. (Citado por José Martín Hurtado Gálves en www.monografias.com). Entonces era gobernador el general Rafael Olvera, y por esa época, también, fue atrapado ahí “Chucho el Roto”.

LA VERDADERA CARAMBADA

Valentín F. Frías (1862- 1926), considerado el padre de la historia queretana, escribió, entre otras obras, Leyendas y tradiciones queretanas (Querétaro. 1900).

En la Leyenda número XIV, don Valentín cuenta (se respeta la ortografía de la época):

“Leonarda (que así se llamaba nuestra Carambada) fue originaria de un pueblito de indios cercano a ésta ciudad, llamado ‘La Punta’ y cuyos vecinos, dicho sea de paso, siempre han tenido fama de ser discípulos de Caco […] Muy temprano se entregó a la crápula y los vicios, y por ende no era extraño verla en sus excursiones nocturnas en compañía de los cacos, sacándose los caballos ó bueyes de los ranchos vecinos […]

“Leonarda era chaparra, demasiado trigueña, de ancha cara con una cicatriz en el carrillo izquierdo, de pelo negro y ojos vivarachos, gorda y de levantado pecho […].

“[…] una noche salió Vicente Otero, segundo de rurales, con un piquete de estos, con objeto de aprehender a Leonarda, á la cual encontró por la hacienda de la Capilla, camino de Celaya, a orillas de esta ciudad. Inmediatamente Otero hizo fuego sobre ella y compañeros, pero sólo se logró coger á dos, pues los demás huyeron. Leonarda también fue presa é inmediatamente allí mismo se le aplicó la ley fuga, quedando tirada revocándose en su sangre.

Acto continuo se condujo á los bandidos á la cárcel y el cuerpo de Leonarda fue atravesado en un burro y llevado al hospital para hacerle la autopsia. Al día siguiente los practicantes reconocieron que todavía tenía vida, y reanimándola se logró que hablara y pidiera un sacerdote, con quien se confesó detenidamente, muriendo hasta el otro día con muestras de arrepentimiento”.

Como se ve, nada dice de la belleza que describe Verdeja, ni de la niñez en Paris, ni en la corte de Maximiliano; tampoco dice nada de un obispo confesor ni de ningún rumor sobre la muerte de Zenea.

Cuando La Carambada estaba en su apogeo, don Valentín ya estaba bastante grandecito y no pudo pasarle inadvertido que ella hubiera asesinado a Juárez; como se verá en los corridos, eso era como para presumirlo; y diez años antes había muerto la maestra Nestora, por lo que se sabría qué decía en los documentos que dejó.

 

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